MÁS ELEVADO DEL TERRORISMO DE ESTADO FALLIDO Y FORAJIDO.
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Sector procastrista desplaza al nacionalista y asume el control del chavismo
El ascenso a la Vicepresidencia de Venezuela de Tarek El Aissami, uno de las más temidos personajes del chavismo, investigado en Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico y el Hezbolah, refleja un profundo cambio en la estructura del poder en el país petrolero, marcando el triunfo del marxismo radical procastrista sobre los militares nacionalistas que acompañaron al fallecido Hugo Chávez desde el inicio.
La designación, que dejó a El Aissami en posición de ocupar la presidencia en caso de que Maduro abandone el poder antes de que termine su mandato en el 2019, es el preludio de una ola represiva de mayor intensidad sobre la población venezolana y pone fin a toda esperanzas de que el régimen de Nicolás Maduro permita una transición que conduzca al retorno de la democracia, dijeron analistas.
Pero uno de los mayores afectados de los anuncios realizados el miércoles es el grupo de militares denominados como el 4F, quienes podrían verse desplazados de las esferas del poder de Venezuela pese haber acompañado a Chávez en las intentonas golpistas de 1992 y en sus esfuerzos por alcanzar el poder, agregaron los expertos.
Con el nombramiento, El Aissami se convierte en el número dos del régimen, relegando a una zona muy delimitada al ex presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
“Ellos [El Aissami y los otros integrantes del denominado Frente Francisco de Miranda] querían derrotar a los militares, y de hecho eso fue lo que hicieron ayer”, explicó desde Miami el asesor político y experto en temas de seguridad en Venezuela, Esteban Gerbasi.
“Querían sacar al 4F para hacerse totalmente del poder”, agregó.
En los nombramientos anunciados el miércoles, Maduro también incorporó al gabinete al ex canciller Elías Jaua y al hermano de Chávez, Adán Chávez, quienes al igual que Maduro y El Aissami forman parte del sector del chavismo más cercano al régimen de La Habana.
Sin embargo, los nombramientos del miércoles no quieren decir que los militares quedan fueran de la ecuación de poder.
De hecho, la participación de los uniformados aumentó con los anuncios, y ahora los militares encabezan cerca de un tercio de la más de una treintena de ministerios, resaltó la ONG Control Ciudadano.
Pero los anuncios sí marcan un distanciamiento del poder de alguno de los antiguos jefes de la Revolución Bolivariana, y la jefatura militar ahora reside principalmente en las manos del Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, quien es fiel a La Habana.
El Aissami, quien no oculta sus aspiraciones presidenciales, es investigado por la justicia de Estados Unidos, siendo considerado como una de los principales jefes de las operaciones de narcotráfico en Venezuela y su nombramiento es visto como nueva evidencia del carácter criminal del régimen.
Para algunos, la designación de El Aissami refuerza la noción de que Venezuela se ha convertido en un narcoestado.
“Este nombramiento demuestra que Nicolás Maduro tiene como política de estado proteger al narcotráfico en Venezuela y dar posiciones de poder a sus cabecillas para poder garantizar sus operaciones dentro del territorio venezolano con el apoyo de las instituciones”, dijo José Antonio Colina, presidente de la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex).
Pero para otros, el mayor tema de preocupación reside en los vínculos de El Aissami con las organizaciones de extremistas de Oriente Medio, incluyendo el Hezbolah.
Según Luis Fleischman, asesor Senior del Center for Security Policy y profesor adjunto de Barry University, El Aissami es uno de los más importantes contactos que estas organizaciones tienen en América Latina.
“Es uno de los principales contactos de Venezuela con Hezbolah”, señaló Fleischman, quien ha investigado extensamente al régimen bolivariano. “Ha estado brindando apoyo logístico y financiero a estas organizaciones”.
Un informe elaborado en el 2014 por el Centro para una Sociedad Libre y Segura (SFS) resaltó que El Aissami jugaba un papel estelar en los esfuerzos por el fundamentalismo islámico por crear una red para financiar el terrorismo desde América Latina.
La investigación también concluyó que el nuevo vicepresidente, cuando se desempeñaba como Ministro del Interior, otorgó pasaportes y otros documentos venezolanos a integrantes de estas agrupaciones.
“La mayoría [de los 173 individuos] contaban con pasaportes venezolanos, pero no todos. Otros tenía cédulas de identidad, y otros tenías visas venezolanas. En algunos casos, estos individuos tenían certificados de nacimiento”, comentó Joseph Humire, director ejecutivo del SFS y uno de los autores del informe.
“[Los individuos] eran de Irán, Irak, Siria, Jordania y el Líbano. Pero la mayoría eran de Irán, el Líbano y Siria. El 70 por ciento provenía de esos países y tenía algún tipo de vinculación con el Hezbolá”, agregó Humire desde Washington en una entrevista telefónica.
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